lunes, 18 de mayo de 2015


SOY EL TREN

Mi esqueleto es gris, mi piel de plata,
suave humo que por mi garganta escapa
y se trepa por la espalda del verano.
Comienza mi trabajo cotidiano.

En la estación, los niños me saludan,
las madres, las abuelas, los ayudan
y suben juntos por la escalerilla,
con sus trajes elegantes, sus sombrillas.

La gente se acomoda en los vagones,
mi silbato suena en los rincones
anunciando la hora de partida.
¡Ruedan mi pies redondos por la vida!.

Respiro un aire puro en la mañana,
el sol, pinta dorado en mi ventana
y de verdes el valle que despierta
y amarillos y rojos en la huerta.

Mi mensaje de humo sube al cielo,
las aves a mi paso elevan vuelo,
se juntan y se alejan en bandada,
yo voy silbando alegre una balada.

En la estación de Rawson, veraneantes
esperan mi llegada, vigilantes.
Acelero en la curva y veo el río
¡Qué hermoso verde-azul le da el estío!.

-¡Boletos!- pide el guarda a los viajeros
que se apresuran para subir primeros;
al repicar muy fuerte la campana,
yo reanudo mi marcha esta mañana.

Un olor a sal y a mar me embriaga
en Playa Unión llegando a la explanada,
la gente baja ansiosa hasta el andén,
yo sonrío con orgullo ¡Soy el tren!.


(MARÍA ROSA ALBARRACÍN, 2008)


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